martes, 3 de mayo de 2011

Los Presidentes de las Guerras , 3 de 3, Jorge Gómez Barata

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DE NUEVO EN CAMPAÑA. LA GUERRA DE COREA

Con la caída de Berlín, los soviéticos creyeron que comenzaba una nueva era y los estadounidenses, un siglo americano, lo que comenzó fue la Guerra Fría. Una opción política improvisada e impensada y un giro sorprendente.

Nada en el comportamiento de Roosevelt, el más experimentado de los estadista que han ocupado la presidencia de los Estados Unidos y el político occidental que mejor conocía a la Unión Soviética y a Stalin, permite suponer que hubiera percibido en la URSS el horrendo peligro que, semanas después de su muerte Churchill y Truman inventaron.

Como todas las anteriores, la de Corea fue en Estados Unidos una guerra popular, la primera “puramente ideológica” por librarse contra el comunismo y por el mundo libre, dos abstracciones. Aquella lucha marcó el primero y único enfrentamiento entre las grandes potencias por persona interpuesta.

No tiene sentido tratar de establecer quién tiró la primera piedra, lo cierto es que se trataba de un conflicto interno del cual las grandes potencias hubieran hecho muy bien manteniéndose al margen. Nadie atacó a los Estados Unidos, a China, ni a la Unión Soviética y mucho menos a la ONU.

Lo cierto es que para el 25 de junio de 1950, los coreanos del Norte habían penetrado en territorio surcoreano. Truman, reaccionó inmediatamente. La prensa y la opinión pública lo apoyaron de modo unánime y el Consejo de Seguridad, con la Unión Soviética, inexplicablemente ausente, condenó a Corea del Norte como agresor. Más de 50 países se sumaron a la coalición liderada por Estados Unidos que bajo el mando del general Douglas MacArthur combatió bajo la bandera de la ONU.

La entrada masiva de tropas norteamericanas, estabilizaron los frentes, incluso cruzaron el paralelo 38 lo que movilizó a China que, temiendo por su seguridad introdujo en combate una fuerza impresionante que cambió la correlación de fuerzas. MacArthur clamó para que se le permitiera atacar a China y utilizar bombas atómicas, a lo cual se opusieron fuerzas políticas norteamericanas. Gran Bretaña y Francia persuadieron a Truman de las consecuencias que ello podía tener.

En junio de 1951, casi un año exacto después de la iniciada la guerra, el embajador soviético ante las Naciones Unidas regresó a su puesto y propuso un armisticio militar. A fines de años se detuvieron los combates que se reiniciaban esporádicamente hasta que en julio de 1953, se consiguió un armisticio, no la paz y se trazó con mayor precisión la artificial frontera siguiendo una línea que sigue de forma aproximada el paralelo 38.
En la guerra de Corea participaron alrededor de 1.400.000 norteamericanos, de ellos 53.600 murieron. Corea fue además la primera guerra que Estados Unidos no ganó.

Por extraño que ahora parezca, el gesto brutal de Truman al utilizar bombas atómicas contra ciudades indefensas, incrementaron su popularidad y lo llevaron a un segundo mandato presidencial en 1948, Corea sumó nuevos galardones a su currículo. Los norteamericanos no lo perdonaron nunca, No por haber hechos la guerra, sino por no haberla ganadoLA GUERRA DE VIETNAM

La de Vietnam fue la más impopular de las guerras norteamericanas, la única librada sin respaldo nacional y la primera en que Estados Unidos fue inequívocamente derrotado. Ningún conflicto bélico, involucró a tantos presidentes: Truman mando a los primeros asesores, Eisenhower, en 1954, concedió ayuda económica y militar. En 1961 Kennedy envió tropas.

No obstante, la guerra de Vietnam fue la de Lyndon Johnson, que la escaló, bombardeó masivamente Vietnam del Norte, incluyendo su capital, minó sus puertos, comprometió todo el poderío militar de Estados Unidos, movilizó a sus aliados, utilizó todas las tácticas, incluso a la tierra arrasada y al enclaustramiento de la población en las “Aldeas Estratégicas”, y recurrió a todas las armas, excluyendo las atómicas, aunque incluyendo químicas y bacteriológicas, quemó, arrasó, mintió y reprimió a su propia población. Llego a tener en Vietnam 541.000 soldados, 60 000 de ellos no regresaron.

Cuando Johnson dejó la presidencia en 1969, el país estaba quebrantado y dividido. Su sucesor, Richard Nixon comenzó la retirada, tratando de negociar la derrota, sin suspender los bombardeos a Vietnam del Norte ni dejar de involucrarse en Camboya y Laos. Los vietmanitas del Norte y del Sur hicieron exactamente lo contrario, fueron a la mesa de negociaciones sin prisa, sin dejarse tentar ni presionar y sin cesar de combatir hasta provocar el colapso.

De modo público o en secreto las negociaciones entre Estados Unidos y Vietnam, encabezadas por Henry Kissinger y Le Duc Tho se desplegaron intermitentemente. El 23 de enero de 1973, Nixon anunció el alto el fuego.

El 27 las tres partes concernidas: Vietnam del Norte y del Sur y Estados Unidos suscribieron el compromiso de cesar las hostilidades y evacuar las tropas norteamericanas. A lo largo de 1974, Los vietnamitas del Norte y del Sur, dirimieron a solas sus diferencias. En 1975 el régimen del sur colapsó. Saigón fue ocupada el 30 de abril y Vietnam del Sur dejó de existir. En 1976 el país fue reunificado.

La guerra, la más larga librada por Estados Unidos duró 8 años, fue también la más ingloriosa. Ningún presidente y ningún general ganaron glorias con ella.

Las guerras sucias

Las acciones militares arteras e intervencionistas fueron lavadas al denominárseles: “operaciones encubiertas” y luego conflictos de baja intensidad para pasar a la historia como lo que en realidad son: “Guerras Sucias”, un socorrido recurso de la política norteamericana, utilizado por muchas administraciones, especialmente en América Latina.

Aunque las más conocidas de estas guerras fueron las libradas bajo las administraciones de Ronald Reagan y George Bush contra el gobierno sandinista en Nicaragua y los guerrilleros en El Salvador y Guatemala, las hubo antes contra Sandino, Jacobo Arbenz en Cuba, Santo Domingo, Haití y en todos aquellos países donde a Estados Unidos le convino intervenir con sus tropas.
La guerra sucia es una opción esencialmente contrarrevolucionaria y anti popular. Esas guerras no las conducen generales, sino agentes de inteligencia y asesores presidenciales y no se financian con créditos votados por el Congreso sino con fondos igualmente sucios como aquellos provenientes del Iran-Contras

Guerra en el Golfo

Son las primeras guerras familiares libradas por Estados Unidos y uno de los muchos casos en que el hijo dilapida inútilmente la herencia dejada por el padre. No todo comenzó cuando Saddan Hussein protagonizó la madre de todas las torpezas políticas al invadir y pretender anexar a Kuwait, hecho unánimemente repudiado.

Desde mucho antes la zona era de un interés estratégico vital para Estados Unidos, sobre todo por sus fabulosas reservas petroleras.
En una sucesión concatenada con tal perfección que parecían formar parte de un guión previamente ensayado, se desencadenaron los hechos.

Naciones Unidas, compulsada por Estados Unidos, aprobó un gran número de resoluciones que exigían a Irak la retirada incondicional, a lo que Saddan Hussein se negó hasta última hora, dando a Washington la excusa para reunir una numerosa coalición y 500.000 soldados para librar sucesivamente las conocidas operaciones: Escudo del Desierto y Tormenta del Desierto.

Luego de semanas de intensos bombardeos masivos, las tropas comandadas por los generales Collin Powel y Norman Schwarzkopf, se abalanzaron sobre Irak y literalmente arrollaron a los ejércitos de Saddan Hussein, formados por más de medio millón de hombres y que pobremente conducidos, sucumbieron el 28 de febrero.

Cuando las operaciones el gobierno irakí aceptó su derrota y las condiciones impuestas por Estados Unidos, las perdidas norteamericanas no llegaban a 200 muertos. Humillado Irak aceptó indemnizar a Kuwait, permitir el control de su espacio aéreo, revelar sus programas de desarrollo y existencias de armas químicas, biológicas y atómicas comprometiéndose a su eliminación.

Las maniobras de Saddan que trataba de engañar a los inspectores de la ONU, condujo a nuevas resoluciones, operaciones de castigo y a duras sanciones económicas, sostenidas por la administración Clinton.

Estas circunstancias se sumaron a las consecuencias de los criminales atentados terroristas del 11 de Septiembre del año 2000, ante los cuales el presidente George W Bush proclamó una guerra global al terrorismo que atribuyó principalmente a Osama ben Laden, vinculando de modo apresurado a Saddan Hussein, exagerando el peligro que representaba para Estados Unidos y el mundo al afirmar que poseía armas de exterminio masivo, cosa que nunca pudo probar.

El resto de la historia con abundantes aristas y matices es ampliamente conocida, reciente, inconclusa y envuelta en mendaces maniobras, algunas de ellas francamente electoreras como para aventurar conclusiones definitivas.

Altercom
Jorge Gómez Barata, Profesor universitario, investigador y periodista cubano, autor de numerosos estudios sobre EEUU.
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