miércoles, 11 de mayo de 2011

El capitalismo global y el fascismo del Siglo XXI, William I. Robinson

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La crisis del capitalismo global no tiene precedentes por su magnitud, su alcance global, la extensión de la degradación ecológica y el deterioro social y la magnitud de los medios de violencia. Enfrentamos verdaderamente una crisis de la humanidad. Nunca han sido mayores los riesgos; nuestra propia supervivencia está en peligro. Hemos entrado en un período de grandes convulsiones e incertidumbres, de cambios trascendentales, llenos de peligros –aunque también de oportunidades.
Quiero hablar en esta ocasión de la crisis del capitalismo global y de la noción de reacciones políticas respecto a la crisis, concentrándome en la reacción de la extrema derecha y en el peligro al que me refiero como fascismo del Siglo XXI, en particular en EE.UU.

El hecho de enfrentarse a la crisis exige un análisis del sistema capitalismo, que ha pasado por una reestructuración y una transformación en las últimas décadas....
La campaña de Obama aprovechó y ayudó a expandir una movilización de masas y las aspiraciones de cambio no vistas durante muchos años en EE.UU. El proyecto de Obama aprovechó esa tormenta naciente desde abajo, la canalizó a la campaña electoral y luego traicionó esas aspiraciones, mientras el Partido Demócrata desmovilizaba efectivamente la insurgencia desde abajo con más revolución pasiva.
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Fascismo del Siglo XXI en EE.UU.

Un informe de 2010 del Departamento de Seguridad Interior señaló que “los extremistas de derecha pueden estar ganando nuevos reclutas aprovechando los temores sobre diversos temas de emergencia. La desaceleración económica y la elección del primer presidente afro-estadounidense ofrecen especiales impulsos para la radicalización y el reclutamiento de derecha.” El informe concluyó: “Durante los últimos cinco años, varios extremistas de derecha, incluyendo milicias y supremacistas blancos, han adoptado el tema de la inmigración como una llamada a la acción, punto de convergencia e instrumento de reclutamiento”.
Una ideología fanática milenaria que tiene que ver con supremacía racial y cultural y que involucra un pasado idealizado y mítico, y una movilización racista contra chivos expiatorios

La ideología del fascismo del Siglo XXI se basa frecuentemente en la irracionalidad –una promesa de garantizar la seguridad y restaurar la estabilidad– es emotiva, no racional. El fascismo del Siglo XXI es un proyecto que no distingue –y no necesita distinguir– entre la verdad y la mentira.

El desplazamiento y la exclusión se han acelerado desde 2008. El sistema ha abandonado a amplios sectores de la humanidad, que están atrapados en un circuito letal de acumulación-explotación-exclusión. El sistema ni siquiera intenta incorporar a esta población excedente, sino más bien trata de aislar y neutralizar su rebelión real o potencial, criminalizando a los pobres y a los desposeídos, con tendencias hacia el genocidio en algunos casos.
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Un fascismo del Siglo XXI no puede parecerse al fascismo del Siglo XX. Entre otras cosas, la capacidad de los grupos dominantes de controlar y manipular el espacio y de ejercer un control sin precedentes sobre los medios de masas, los medios de comunicación y la producción de imágenes y mensajes simbólicos, significa que la represión puede ser más selectiva (como vemos, por ejemplo, en México o Colombia) y también organizada jurídicamente de manera que el encarcelamiento masivo “legal” toma el lugar de los campos de concentración. Además, la capacidad del poder económico de determinar los resultados electorales permite que el fascismo del Siglo XXI emerja sin una ruptura necesaria en ciclos electorales y el orden constitucional... Articulo Completo aqui

 De un modo más general, las imágenes en los últimos años de lo que podría involucrar un proyecto político semejante abarcaron desde la invasión israelí de Gaza y la limpieza étnica de los palestinos a la forma en que se convierte a los trabajadores inmigrantes en víctimas inocentes y criminalizadas, al movimiento del Tea Party en EE.UU., el genocidio en el Congo, la ocupación de Haití por EE.UU. y las Naciones Unidas, la propagación de neonazis y cabezas rapadas en Europa y la intensificación de la represión india en Cachemira ocupada.

El contrapeso al fascismo del Siglo XXI tiene que ser un contraataque coordinado de la clase trabajadora global. La única solución real a la crisis del capitalismo global es una masiva redistribución de la riqueza y del poder –descendiente hacia la mayoría pobre de la humanidad-. Y la única manera de lograr una redistribución semejante es a través de la lucha internacional de las masas desde la base.
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